Estaba completamente borracho. Y ella ya había tenido suficiente, así que empezó a orar…

Eli Yoder nació en el tranquilo mundo de los Amish del Viejo Orden. Pero tras la paz y la tradición, se escondían abusos, rechazo y un anhelo desesperado de ser amado. Eli dice: «Te enseñan que ser Amish es la única manera, así que yo creía que era cierto, que ser Amish era la única manera, y cuando veo abusos como ese, abuso físico e incluso psicológico, uno empieza a preguntarse: si somos el pueblo elegido por Dios, ¿por qué Dios permite que sucedan cosas así?». 

La bebida de su padre a menudo se volvía violenta. De niño, Eli, su madre y sus hermanos sufrieron palizas que le dejaron más que moretones; él llevaba el dolor en lo más profundo de su alma. Eli continúa diciendo: «Siempre quise tener una relación con mi papá. Siempre anhelaba tener una relación con mi papá, pero el miedo era tan grande. Lo evitaba. Al pasar por todo lo que estaba pasando, temiendo a mi papá y viendo el abuso, siempre me preguntaba: ¿existe Dios? Empecé a cuestionar todo lo que me habían enseñado».

A los 18 años, Eli tomó la decisión más difícil de su vida: con solo una educación de octavo grado, abandonó a los Amish, a su familia y al único mundo que había conocido. La libertad que buscaba le trajo más dolor, y ahora, adicción. Unos años después conoció a Nikki y se casaron poco después. También tendrían un hijo, Jonathan, pero la adicción seguía dominando la vida de Eli: el alcohol y el abuso emocional, además, ahora, la pornografía. Para Nikki, la vida era una lucha constante día a día. Nikki comparte: «Personalmente, no sabía cómo iba a salir adelante. Eh, siendo madre primeraiza y esposa, no sabía cómo iba a lidiar con un marido alcohólico».

Años después, el padre de Eli se puso en contacto con él y acordaron que él también dejaría a los Amish y que comenzarían de nuevo. Entonces, las esperanzas de Eli de reconectar con su padre se desvanecieron con una llamada telefónica. Eli comparte: «Recibí una llamada de mi hermano gemelo diciéndome que se había suicidado. Y en ese momento sentí que todo lo que siempre había querido y deseado me había sido arrebatado. No podía seguir con la vida. Era demasiado doloroso». Eli continuó hundiéndose en la adicción a las drogas y al alcohol, mientras que Nikki seguía luchando en su matrimonio. Ella dice : «Quería dejarlo, pero no podía. Rezaba a Dios todos los días».

Durante 17 años, Nikki aguantó, orando por un milagro. Entonces, en julio de 2016, Dios le mostró que aún no había terminado con Eli. Eli describe: «Estaba completamente borracho. Y ella, ya había tenido suficiente, y simplemente empezó a orar. Miré al techo y recuerdo que me levanté de la cama y pensé: «Supongo que ya no aguanto más». Así que fui a mi refrigerador de cervezas en el garaje y empecé a tomar una tras otra. 

Cuando Nikki fue a ver qué estaba pasando y Eli le dijo que ya había terminado, ella describe: 

Empecé a llorar. Pensé: «Dios me escuchó, está ayudando a mi esposo». Y le dije a Eli: «He estado orando por ti toda la noche y Dios te ha librado de esto». Lloré y lo abracé. Fue maravilloso.

A partir de esa noche, comenzó la liberación de Eli. Semanas después, mientras trabajaba, ¡Eli entregaría su vida a Jesucristo! Comenzó a leer la Biblia, a orar ya permitir que Dios sanara lo que años de adicción y abuso habían destruido. Hoy, Eli y Nikki comparten su testimonio con sus 1.8 millones de seguidores en TikTok. Comparten cómo Eli encontró la libertad, no en las tradiciones Amish ni en el alcohol, sino en la gracia de Jesucristo. Lo que antes era una historia de dolor y adicción se ha convertido en una historia de fe, perseverancia y el amor inquebrantable de Dios.